
Para empezar el recorrido, subí a un bus, moderno, grande y limpio. Q bonito! -me dije- esto no parece Latinoamérica; pagué mi pasaje de 6.50 pesos con un billete de 20 y el chofer-cobrador contó rápidamente las monedas y me dio el vuelto. Un rápido conteo me hizo ver q me había dado 10 pesos en lugar de los 13.50. Ah! se confundió el pobre!. En ese momento me volví a sentir en lationamérica!. Un rápido reclamo me completó la diferencia...
En la ciudad misma me agradó mucho ver como los vendedores ambulantes (de nuevo me sentí en casa...) trabajaban con identificación y mucho orden (me sentí en LA de nuevo, pero versión mejorada!), los tamales mexicanos, al menos el q probé era idéntico al peruano; pero a un precio mayor al q encuentras en las calles peruanas; algo bueno al menos para el vendedor y reflejo de una economía más fuerte q le permite a éste, vivir de su oficio, pudiendo ser pobre, pero sin llegar a los niveles de pobreza extrema q se experimenta en la tierra de la flor de la canela.
Como el turismo es causante de mucha de la bonanza de Cancún, decidí ir a otros lares donde éste no afecte directamente o intervenga en la economía local. Rápidamente pude notar como las casas eran similares en colores y arqº a las q hallo en mi ciudad natal, sólo q las calles son más cuidadas, las avenidas limpias y con monumentos bien cuidados; no noto basura por las calles y aunque no se podría decir q abunda la riqueza, la pobreza como la he podido notar en Perú, no es tan marcada. Definitivamente, México sin ser del primer mundo, tiene un buen desarrollo.
Tampoco noté en lo social mucho riesgo al andar solo de noche (trate usted de andar por las calles de Lima o de Trujillo solo, así sea a una hora no tan tardía y notará de lo q le hablo). Claro, lógicamente q hay violencia en México y eso se ve en las noticias, pero son sobre todo causadas por la droga. Sobre este tema se puede ahondar más, pero el hecho es q no se siente (Cancún al menos) tan inseguro como esperaba. Otro detalle en lo social, es q no hay tanta pobreza, hay mayor cultura cívica (me hizo recordar por momentos a Chile, país q conocí poco pero q me encantó por la amabilidad y civismo de su gente).
Para finalizar, sólo falta agregar q el sol estaba delicioso, te quemaba la piel de una manera q no se siente en Montréal, pero sí en Perú. Claro q después de varios días de sol intenso, el cuerpo pide alivio!
PD: la comida local, la de las calles, no la del hotel, es sencillamente deliciosa.